El equilibrio
ácido-alcalino es
un factor
delicado y clave a
la hora de mantener la salud. Y para poder disfrutar de una buena salud y vitalidad, uno de los primeros
pasos y más importantes es conocer nuestro cuerpo.
Por eso, en este post vamos a revisar algunos aspectos
esenciales del equilibrio ácido-base (alcalino) y la manera en que nuestro
organismo lo regula.
¿QUÉ ES EL PH?
PH
significa literalmente Potencial Hidrogenado y es una unidad que se utiliza para medir el grado de acidez o alcalinidad de un
liquido. La forma de medirlo es analizando la cantidad de iones ácidos H+, de
manera que cuantos más iones de hidrógeno hay en una sustancia, más ácida es
esta y, cuantos menos iones de hidrógeno, más alcalina es.
El PH se mide en una escala que va desde el 0 hasta el 14,
siendo 0 lo más ácido, 14 lo más alcalino, y 7 el punto neutro (no es ni ácido
ni alcalino).
Es importante señalar que
las sustancias ácidas tienen un mayor potencial para ceder iones de hidrógeno,
mientras que las sustancias alcalinas, tienen mayor potencial para recibirlas.
Quizá, de momento, estos términos os resulten un poco complicados, pero es
necesario tenerlos en cuenta para comprender la importancia de un correcto equilibrio ácido-base en nuestro PH sanguíneo. Es más, constituye un factor determinante a la hora
de mantener la salud.
EL PH SANGUÍNEO.
En los seres humanos, se
sabe que el valor óptimo de PH en la sangre es 7.4 (es
decir, ligeramente alcalino), para que nuestro organismo pueda llevar a cabo sus funciones correctamente. Evidentemente, no todos tenemos el mismo valor de
PH, incluso varía a lo largo del día, dependiendo de distintos factores como el
esfuerzo físico o la alimentación. Sin embargo, el rango para mantener la vida
y las funciones biológicas es muy estrecho.
Cualquier valor por debajo
de 7.34 se
considera en estado de acidosis, o estado anormal
producido por exceso de ácidos en los tejidos y en la sangre y cualquier
valor por encima de 7.47 se
considera en estado de alcalosis o aumento
excesivo de la alcalinidad en la sangre como veis, el rango es reducido y una
mínima variación altera considerablemente las labores funcionales de nuestro
cuerpo. Es decir, tanto la acidosis como la alcalosis trastornan el terreno óptimo en el que se desarrolla
nuestra vida celular, provocando todo tipo de trastornos en la salud.
SUSTANCIAS VOLÁTILES Y NO
VOLÁTILES.
Nuestro organismo tiene distintas maneras de regular estas sustancias ácidas o alcalinas,
dependiendo de su volatilidad:
- Sustancias volátiles.
Nuestro organismo las regula a través de los pulmones (regulación
respiratoria).
- Sustancias
no volátiles. Nuestro organismo los
regula a través de los riñones (regulación metabólica).
EL EQUILIBRIO ÁCIDO-ALCÁLINO EN NUESTRO CUERPO.
Todas las funciones metabólicas que
llevamos a cabo en nuestro interior generan acidez. Es decir, el proceso que supone ingerir alimentos,
descomponer los nutrientes, generar
energía y crear células y enzimas propias con nuestro ADN, genera acidez. Sin embargo, nuestro organismo necesita un medio alcalino para poder funcionar correctamente. ¿Cómo consigue, entonces, mantenerse
equilibrado? ¿De dónde proviene la compensación alcalina?.
Muy sencillo. Nuestro cuerpo
dispone de varias opciones a la hora de corregir el exceso de acidez generado
en sus funciones biológicas:
- A través alimentos
alcalinos. Una dieta rica en alimentos
alcalinos facilita la eliminación de los excesos ácidos (como he dicho,
las sustancias alcalinas tienen un mayor poder de “atrapar” los iones de
hidrógeno).
- A
través del ejercicio físico. La ventilación
pulmonar favorece la expulsión de CO2, y con ello se elimina el exceso
ácidos volátiles provenientes generalmente del metabolismo de las proteínas vegetales.
- A
través de los riñones. Los riñones se encargan
de eliminar los ácidos no volátiles procedentes fundamentalmente del
metabolismo de las proteínas animales. Evidentemente, los riñones son capaces de eliminar cierta
cantidad moderada de sustancias ácidas, pero cuando el terreno se haya
intoxicado o en exceso acidificado, se satura y no puede llevar a cabo sus
funciones correctamente.
- A
través de otros sistemas endógenos que proporcionen una compensación alcalina, como por ejemplo, tomar calcio de los huesos (el calcio
tiene propiedades alcalinas) para contrarrestar el efecto de los ácidos.
ACIDOSIS Y ALCALOSIS.
Como hemos visto, tanto uno como otro pueden
alterar seriamente las funciones del organismo. Veamos ahora los tipos de
acidosis y alcalosis que
pueden darse:
- ACIDOSIS
RESPIRATORIA.
Se produce cuando los pulmones no pueden eliminar
todo el dióxido de carbono (CO2) procedente del metabolismo energético, lo que produce como
consecuencia, un aumento de CO2 en el plasma sanguíneo y una disminución del PH
(es decir, lo hace más ácido). Las causas pueden ser muy diversas, como
trastornos respiratorios (EPOC, asma, etc), alteraciones del sistema nervioso
central y trastornos neuromusculares, tabaquismo o hipoventilación por obesidad. Los síntomas son letargo, aturdimiento,
cansancio, dificultad para respirar, etc.
- ACIDOSIS
METABÓLICA.
Se produce cuando, por diversas causas, aumenta
la acidez en el plasma sanguíneo. Las causas pueden ser una dieta
desequilibrada con exceso de proteína animal, trastornos renales, ayuno
prolongado, ciertos medicamentos como la aspirina, diabetes, o anemia. Aunque puede presentar con numerosos
y diversos síntomas, algunos de ellos son ansiedad, respiración agitada,
náuseas, vómitos, dolor de cabeza, dolor de pecho, dolor
de huesos, palpitaciones, etc.
- ALCALOSIS
RESPIRATORIA.
Se produce cuando los pulmones eliminan demasiado
CO2 por hiperventilación o falta de oxígeno. Las causas pueden ser estrés, ansiedad, trastornos del sistema nervioso, fiebre alta,
hipertiroidismo y algunas drogas y medicamentos. Los síntomas son respiración
rápida, mareos, vértigo, desmayos o desvanecimiento total.
- ALCALOSIS
METABÓLICA.
Se produce como consecuencia de un aumento de
bicarbonato en sangre que eleva el PH sanguíneo (lo hace alcalino). Las causas
pueden ser dietas excesivamente alcalinas, trastornos renales, vómitos, uso
excesivo de diuréticos
diálisis y transfusiones, etc. Los síntomas son PH arterial alto, confusión,
mareos y disminución de la respiración.
Como habéis podido ver,
ambos extremos pueden generar distintos tipos de trastorno y enfermedades,
sobre todo cuando se mantienen largos períodos de tiempo. Sin embargo, las
dietas industrializadas y algunos hábitos de vida nada saludables hacen que, en
general, se de con mayor frecuencia la acidosis que la alcalosis.