A partir de los 30, la piel comienza a mostrar los primeros signos del envejecimiento: menos luminosidad, líneas finas, pérdida de firmeza y mayor sensibilidad. Por eso, además de una buena limpieza (como vimos en la Parte 1), hidratar y tratar se vuelve esencial para mantener una piel sana, jugosa y protegida.
1. Hidratación: la clave para una piel elástica y luminosa.
A esta edad, la piel pierde agua con mayor facilidad, así que usar un buen hidratante es imprescindible. Lo ideal es aplicar productos que contengan:
* Ácido hialurónico: hidrata en profundidad y ayuda a mantener la elasticidad.
* Glicerina: retiene la humedad y suaviza la piel.
* Ceramidas: restauran a barrera cutánea, ideal si sentís tirantez.
Consejo: Aplica la hidratante sobre la piel ligeramente húmeda para sellar mejor la hidratación.
2. Tratamientos: activos que marcan la diferencia.
Aquí entran los sueros y tratamientos específicos, elegidos según las necesidades de vuestra piel. Algunos de los más recomendados después de los 30:
* Vitamina C: ilumina, mejora el tono y protege del daño ambiental.
* Niacinamida: unifica el tono, regula el sebo y refuerza la barrera cutánea.
* Retinoides (retinol, retinal): estimulan la producción de colágeno y mejoran arrugas y textura (ideal para la noche, con precaución y progresivamente).
* Péptidos: ayudan a reafirmar y regenerar la piel.
3. ¿En qué orden aplicar los productos?
1. Limpieza
2. Tónico (opcional)
3. Suero (vitamina C por la mañana, retinol por la noche)
4. Contorno de ojos
5. Crema hidratante
6. (Y al final de la rutina de día: protector solar, que veremos en la Parte 3)
Consejos extra para potenciar la hidratación y el tratamiento.
* Masajes faciales: al aplicar vuestra crema o sérum, realizar movimientos ascendentes y suaves para activar la circulación y mejorar la absorción de los productos.
* No olvidéis el cuello y el escote: estas zonas también muestran signos de la edad y merecen los mismos cuidados que el rostro.
* Cambiar vuestra hidratante según la estación: usar texturas más ligeras en verano y más ricas en invierno.
* Hacer pausas entre capas: esperar unos segundos entre cada paso de vuestra rutina para que los productos se absorban mejor.
* Constancia sobre cantidad: más vale usar pocos productos bien elegidos cada día que muchos de forma esporádica.