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miércoles, 22 de abril de 2015

TIPOS DE PIEL



Para elaborar vuestro propio tratamiento natural, debéis conocer bien vuestro tipo de piel. Sólo así la cosmética natural os puede aportar los mejores resultados. En este post os ayudo a que descubráis en qué tenéis que fijaros para saber vuestro tipo de piel.

La mayoría de las veces tenemos zonas en el rostro y en el cuerpo con texturas y características diferentes: zonas más secas y agrietadas y zonas más grasientas con el poro más abierto. Suele hablarse de pieles mixtas, pero si seguimos ese criterio todas las pieles son, en realidad, mixtas.

Para seleccionar los mejores productos naturales para la piel, vamos a tener en cuenta unas pautas básicas que definan el estado general y las propiedades de vuestra piel, y así poder elegir sustancias que equilibren y mejoren ese estado de manera global, sin tener en cuenta esas pequeñas zonas que, por la razón que sea, presentan un aspecto diferente.

Teniendo en cuenta la consistencia y las particularidades del poro, todas las pieles, de manera general, se pueden englobar en dos categorías: pieles secas y pieles grasas. Las pieles sensibles son un asunto que nada tiene que ver con la consistencia y, sean sensibles o no, también pertenecen a uno de estos dos grandes grupos. Más delante os hablare de ellas.

PIELES SECAS.

Debemos referirnos a las pieles secas como pieles finas, en realidad, ya que este tipo de pieles pueden mantenerse hidratadas y en perfecto estado. Lo importante es saber si pertenecéis a este grupo, tengáis o no la piel hidratada.

Para ello, tenéis que tener en cuenta las características que definen a las pieles secas:

  • La piel seca es un tipo de piel con una consistencia muy fina. Al pellizcar la piel del rostro con las manos descubrimos que hay poca cantidad de piel entre los dedos y poca cantidad de sebo en el interior.

  • A la piel seca le cuesta retener la humedad y tiende a la sequedad agrietándose o perdiendo el brillo rápidamente con cualquier manifestación climatológica (frío, calor, sol, viento).

  • Las pieles secas tienen por lo general el poro muy cerrado en la parte central de la cara. En cambio, pueden presentar poros más abiertos y sucios en la zona de la nariz o la barbilla. Por tanto, la mejilla es un buen lugar para determinar si se trata de una piel seca observando si presenta poros muy cerrados en la parte central de la cara.

  • Este tipo de piel tiende a generar arrugas con rapidez, ya que al tener una inferior capacidad para retener la humedad, las capas profundas se ven privadas de este elemento fundamental para regenerarse eficazmente. Además, el sebo es uno de los factores que hacen que la piel se mantenga firme y resistente al paso del tiempo, y estas pieles tienen menos cantidad de sebo en las capas profundas que las pieles grasas.

  • Son pieles que, en circunstancias de higiene óptimas, no tienden a la suciedad en el poro. Al tener el poro cerrado, si mantenéis un estilo de vida saludable en la alimentación, el ejercicio y los cuidados específicos diarios, la suciedad del exterior no penetra con facilidad dentro del poro, y por lo tanto son pieles que suelen mantenerse limpias.

  • Al tener menos cantidad de sebo y una consistencia ligera, tienen cierto aspecto de transparencia que deja entrever, en muchos casos, las ramificaciones venosas más superficiales.

PIELES GRASAS.

Las pieles grasas presentan características totalmente opuestas a las pieles finas. Al igual que antes, no os preocupéis si no presentáis de manera exacta todas las definiciones que os dare a continuación, ya que determinadas zonas pueden ofrecer un aspecto diferente. De manera general, las pieles grasas se presentan de esta forma.

  • Se trata de pieles con una consistencia muy gruesa. Al pellizcar una parte del rostro, especialmente las mejillas, notareis que la piel grasa tiene una textura recia, mullida y firme. Estas pieles contienen buenos niveles de sebo en la hipodermis que es el responsable de esta textura.
  • Las pieles grasas tienden a mantenerse hidratadas e incluso cuando hay exceso de sebo, expulsan al exterior las cantidades sobrantes en forma de grasa o sudor. Por lo tanto, se trata de pieles que se mantienen brillantes (a veces en exceso) y que son proclives a la sudoración fácil.
  • En la piel grasa, el poro suele mostrarse abierto y se ve con facilidad incluso en la zona de las mejillas.
  • Puesto que tienen el poro muy abierto y además tienden a expulsar al exterior la grasa sobrante, se trata de pieles con tendencia a la suciedad. Los poros se ensucian con rapidez y por lo tanto son muy sensibles a la contaminación ambiental y a los hábitos de vida poco saludables (alimentación, ejercicio y cuidado diario). Estas son las razones por las que el acné suele aparecer con mayor frecuencia en este tipo de pieles.
  • La piel grasa cuenta con mayor ventaja cuando se trata del paso del tiempo, ya que el sebo y su buen nivel de hidratación hacen que el tejido se mantenga más firme que en las pieles secas y por lo tanto desarrolla menos arrugas.

PIELES SENSIBLES.

Hace unos años apenas se oía hablar de las pieles sensibles, pero gracias a las muchas sustancias químicas y tóxicas que nos rodean por todas partes, cada vez son más las personas que desarrollan alergias e intolerancias a todo tipo de sustancias, sean naturales o no lo sean.

Hay que tener en cuenta que la consistencia y las características particulares de una piel no tienen nada que ver con esto. Tanto las personas con pieles secas como grasas pueden desarrollar una sensibilidad inusual ante el contacto con ciertas sustancias.

Por lo tanto, una piel sensible puede ser fina o gruesa y debereis de tener en cuenta estas características a la hora de elegir correctamente las sustancias con las que elaborar vuestros productos. Pero lo más importante cuando se tiene la piel sensible, es el especial cuidado que hay que tener a la hora de experimentar y probar nuevos tratamientos. Una buena forma antes de probar un aceite vegetal o esencial, es aplicar un poco en el antebrazo y esperar unas horas para comprobar si existe una reacción adversa.

Las pieles sensibles deben limitarse a los productos más seguros y menos alergénicos. El aceite vegetal de caléndula, o los aceites esenciales de lavanda y manzanilla están especialmente recomendados para este tipo de piel. Si tenéis la piel sensible, sin duda, os aconsejo que sustituyáis cualquier crema industrial por una mezcla de aceites vegetales y esenciales, y que, una vez a la semana, al menos, apliquéis una mascarilla casera para pieles sensibles.

Pero como ya sabréis, soy partidaria de instar a la gente a que experimente porque aunque existan reglas generales, cada persona es un mundo y sus reacciones pueden ser muy diferentes a las de otra persona. Y puesto que las técnicas de cosmética natural son tan apasionantes, os invito a que no os rindáis si no dais con un producto eficaz a la primera y sigáis buscando hasta que encontréis aquel que mejore vuestro estado general, especialmente si sufrís algún tipo de enfermedad de la piel.