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sábado, 25 de marzo de 2017

FUNCION Y TIPOS DE GRASAS EN EL ORGANISMO



Los lípidos son un grupo bastante heterogéneo de moléculas orgánicas compuestas por hidrógeno, carbono y, en menor medida, oxígeno, aunque también pueden contener otros elementos. Normalmente, se suele mal llamar a los lípidos grasas, aunque las grasas son en realidad los lípidos procedentes de los animales.

Las grasas son absolutamente necesarias para llevar a cabo distintas funciones dentro de nuestro organismo, algunas de las cuales son:

1º. Energía: Son la principal reseva de energía de nuestro organismo.

2º. Estructura: Forman parte de las membranas celulares y recubren los órganos para su protección.

3º. Bioquímica: Estimulan reacciones químicas del organismo como percursores en la síntesis de algunas vitaminas, hormonas, ácidos, etc.

4º. Transporte: Los lípidos sirven como vehículo de transporte de sustancias liposolubles en el intestino delgado.

METABOLISMO DE LAS GRASAS.

Al igual que el resto de nutrientes que ingerimos con la dieta, las grasas deben descomponerse en moléculas más pequeñas que el organismo pueda asimilar.

Las proteínas se descomponen en aminoácidos, los hidratos de carbono en glucosa, y los lípidos en ácidos grasos y monoacilglicéridos para poder ser absorbidos y utilizados como reserva de energía dentro del organismo. El primer paso en la digestión de las grasas se da en el estómago, ya que la agitación favorece la aparición de emulsiones que comienzan la digestión de las grasas. Al entrar en el intestino, se mezclan con la bilis y entran en acción unas enzimas pancreáticas, llamadas lipasas, que actúan sobre los lípidos para descomponerlos en moléculas asimilables.

Una vez absorbidas en el intestino, las grasas viajarán por el organismo en forma de lipoproteínas, que son moléculas hidrosolubles que permiten la distribución de las grasas a través de un medio acuoso como es la sangre.

TIPOS DE GRASAS.

Dependiendo de si contienen en su composición molecular ácidos grasos o no, las grasas se dividen en dos grupos:

Insaponificables:

Son las que no contienen ácidos grasos en su composición. En este grupo encontramos los terpenoides, esteroides, etc.

Saponificables:

Son las que sí contienen ácidos grasos y dentro de estos existen dos subdivisiones:

Simples:

Son aquellos que solo contienen carbono, hidrógeno y oxígeno. Entre estos destacan las grasas (sólidas a temperatura ambiente), los aceites (líquidos a temperatura ambiente) o las ceras.

Complejos:

Son aquellos que contienen además otros elementos, como nitrógeno, azufre, etc. En este grupo encontramos los fosfolípidos, los glucolípidos, etc.

LOS ÁCIDOS GRASOS.

Los ácidos grasos son lípidos saponificables formados por unidades básicas de ácidos grasos. Estos ácidos están compuestos por largas cadenas de átomos que, dependiendo de si cuentan o no con enlaces dobles, se dividen en:

Ácidos grasos saturados:
Este grupo no tiene enlaces dobles y, debido a que tienen todos sus puntos de enlace ya ocupados, es por lo que se les llama “saturados”. Este tipo de ácidos son muy complicados de digerir y tienden a acumularse y formar placas en las arterias y otros rincones del organismo. La carne animal es rica en ácidos grasos saturados, así como la leche.
Los ácidos grasos saturados son ricos en ácido araquidónico, precursor de las prostaglandinas PGE2, unas sustancias hormonales que, siendo necesarias en cierta cantidad, su exceso puede conducir a procesos inflamatorios y alergias, además de acumularse en las arterias y producir altos niveles de colesterol y problemas cardiovasculares.

Ácidos grasos insaturados:
Este grupo sí posee enlaces dobles y se trata de un tipo de ácido más sencillo de metabolizar. Son los que conocemos como aceites y constituyen un tipo de grasa mucho más beneficiosa. Se dividen en:

Ácidos grasos monoinsaturados.
Son la familia de los Omega 9, ricos en ácido oléico, que encontramos, por ejemplo, en el aceite de oliva.

Ácidos grasos poliinsaturados o ácidos grasos esenciales.
Son la familia de los Omega 3 y Omega 6, ricos en ácidos linoléico y alfa-linolénico (precursor de EPA y DHA) que encontramos en los aceites de pescado, vegetales de hoja verde, semillas y  frutos secos oleaginosos.

Ácidos grasos trans:
Son grasas que han pasado de su forma natural cis- a una forma artificial “trans” a partir de un procedimiento industrial. Es decir, las grasas trans no existen en la naturaleza.

Los ácidos grasos insaturados (mono y poli), tan beneficiosos para el organismo, son muy delicados en el proceso de oxidación, de manera que el calor y algunos procedimientos industriales provocan en ellos importantes cambios en su estructura molecular. Las grasas trans se generan a partir de aceites vegetales sometidos a procesos industriales como la hidrogenación. Cuando se hidrogena una grasa o se somete a altas temperaturas, las moléculas se transforman y se convierten en algo parecido a una grasa saturada que, además, no puede integrarse en las cadenas metabólicas (como si se tratara de piezas defectuosas). Este tipo de grasas no existen en la naturaleza y el organismo las trata como agentes extraños que no reconoce, de manera que aumentan el nivel de tóxicos dentro del organismo.

Cualquier grasa hidrogenada o parcialmente hidrogenada conlleva procesos inflamatorios y es verdaderamente perjudicial para el hígado y el corazón. Las grasas o ácidos grasos trans los encontramos en alimentos como la margarina, la bollería industrial, los fritos y los productos procesados, llenos de aditivos.

ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES.

El organismo puede sintetizar por sí sólo todos los ácidos grasos saturados y monoinsaturados (a partir de proteínas, alcoholes o hidratos de carbono) excepto dos grupos de ácidos grasos poliinsaturados que necesariamente debe incorporar a través de la dieta y es por ello que se les conoce como ácidos grasos esenciales: la familia de los Omega 3 y los Omega 6.

Estos ácidos grasos forman parte de las membranas celulares, por lo que, cuando nuestras células tienen buenos niveles de ácidos grasos esenciales, permanecen saludables y flexibles y facilitan el correcto intercambio de nutrientes. Además, estos ácidos grasos esenciales, son precursores de las prostaglandinas PGE 1 y PGE3, sustancias hormonales sumamente beneficiosas que regulan numerosas funciones dentro del organismo.
Por el contrario, una dieta pobre en Omega 3 y Omega 6, puede acarrear el debilitamiento del sistema inmunológico y provocar así la aparición de numerosas patologías.

También debemos tener en cuenta la importancia de la relación entre ambos, ya que suele darse con frecuencia un desequilibrio en favor de los Omega 6 y en detrimento de los Omega 3.

GRASAS Y COLESTEROL.

El colesterol es un tipo de grasa que podemos fabricar internamente o ingerir con los alimentos, aunque en este último caso el porcentaje es menor y la cantidad de colesterol en sangre depende, fundamentalmente, de nuestra producción interna. El colesterol es fundamental para desarrollar distintas funciones y reacciones químicas dentro del organismo, ya que es precursor de hormonas, ácidos biliares o vitamina D, forma parte de las membranas celulares y repara las fisuras de las paredes circulatorias.

El hígado es el responsable de crear estas moléculas, llamadas lipoproteínas. Dependiendo de su densidad, estas lipoproteínas toman un nombre u otro. Las de baja densidad, o DLD (lo que conocemos como colesterol malo), son las moléculas que viajan desde el hígado a los lugares donde son necesarias. Las de alta densidad, o HDL (colesterol bueno), son las moléculas que recogen el colesterol sobrante y lo devuelven al hígado para ser metabolizado o expulsado.

Para llevar a cabo una dieta equilibrada, la OMS recomienda hacer una ingesta diaria de grasas de entre el 10 y el 30%, siendo las que contienen ácidos grasos poliinsaturados (ácidos grasos esenciales) las que deben ser más abundantes y tratando de reducir al mínimo las grasas saturadas y grasas trans.

Lo cierto es que, aunque el colesterol tiene muy mala fama, los estudios científicos desmienten ciertos mitos sobre el colesterol y corroboran que su ingesta en alimentos no tiene gran repercusión comparada con su producción endógena. Además, señalan otros factores (como el tabaquismo, la falta de ejercicio o el consumo excesivo de azúcar y la diabetes) mucho más determinantes a la hora de desarrollar enfermedades cardiovasculares.


Si sois de esa clase de personas que miden la cantidad de grasas que contiene la comida por miedo a ganar peso, recuerdar que no hay nada más efectivo para adelgazar definitivamente que seguir una dieta equilibrada, hacer ejercicio moderado.