Muchos cosméticos se anuncian como libres de sulfatos,
siliconas o parabenos como garantía de calidad y respeto con la piel y el medio
ambiente. Pero ¿son realmente tan malos como los pintan? Lo cierto es que han
caído en desgracia con el auge de la cosmética verde o biológica, que
reivindica una vuelta a los ingredientes naturales. Como siempre, la clave está
en la prudencia.
¿QUÉ SON LOS PARABENOS Y PARA QUÉ SIRVEN?
También conocidos como parabenes, son unos compuestos
químicos muy usados como conservantes en cosmética porque son baratos y se
necesita poca cantidad para que sean eficaces. Ocupan el segundo lugar tras el
agua como ingrediente más utilizado en las formulaciones. Muchos de ellos están
admitidos por la legislación de cosméticos en Europa, siempre que se usen en la
concentración adecuada. Su misión es mantener a raya las bacterias en los
cosméticos y garantizar que estos funcionan correctamente durante el tiempo
indicado en el envase.
La nomenclatura química de los parabenos es “éster de
para-hidroxibenzoico” y están compuestos por elementos como metanol, etano o
propanol. En cosmética podemos encontrarlos bajo nombres acabados en paraben o parabeno. Algunos ejemplos son Ethylparaben (E214), Methylparaben (E218) o
Propylparaben (E216). Aunque los parabenos son sustancias orgánicas que se
pueden encontrar de forma natural en algunos alimentos (estos parabenos se
metabolizan correctamente al ser ingeridos), el 90% de los parabenos que se
utilizan en cosmética son sintéticos.
¿SON PELIGROSOS LOS PARABENOS?
Según las autoridades sanitarias, los parabenos están
considerados componentes seguros, ya que al ingerirlos nuestro cuerpo puede
metabolizarlos rápidamente. Sin embargo, no está demostrado que cuando los
parabenos se absorben de forma externa su eliminación sea tan sencilla. Además,
debemos tener en cuenta que el 99% de los productos que se utilizan diariamente
contienen este conservante. Por ejemplo, los encontramos a menudo en champús,
geles y cremas. Por lo tanto, pueden acumularse en nuestro organismo a un ritmo
mayor del que nuestro cuerpo es capaz de eliminarlo.
La controversia. Según los expertos, un cosmético sin
conservantes tendría una vida máxima de un mes y necesitaría ser guardado en la
nevera. Pero, ¿por qué son tan polémicos en concreto los parabenos? Según la
Organización de Consumidores y Usuarios, OCU, algunos están bajo sospecha
porque pueden alterar el equilibrio hormonal del organismo si permanecen sobre
la piel (cremas y lociones corporales) durante varias horas. Por precaución se
deberían evitar los que figuran como butylparaben y propylparaben. Por el
contrario, se consideran que son seguros y eficaces –usados en las proporciones
permitidas, un máximo del 0,4%– los siguientes parabenos: methylparaben y
ethylparaben. En una concentración bastante inferior, el 0,14%, también se
admiten como conservantes estables y sin problemas para la salud los parabenos
butylparaben y proylparaben. ¡Fijaros bien en la etiqueta!
Fórmulas con y sin parabenos. Considerando su amplio
uso en la industria cosmética, la incidencia alérgica es relativamente baja en
comparación con otros conservantes. Pero, ante la polémica de su uso y la
reticencia de muchos consumidores, muchas marcas han optado por no incluir
parabenos en su formulación y usar otros conservantes que, aunque reducen la
toxicidad al máximo, no resultan tan eficaces contra los microorganismos que
pueden contaminar el cosmético. Muchos laboratorios mezclan varios
conservantes, que no sean parabenos, para obtener una fórmula segura,
aconsejando que el producto se use en un período máximo de 6 meses. Los envases
airless (con dosificador, para que no entre el aire) también minimizan el riesgo
de contaminación del producto.
Hay algunas alternativas a los parabenos que tampoco
resultan seguras al 100%. Conservantes como los aceites esenciales o los
polialcoholes pueden ser efectivos contra las bacterias, pero no contra los
hongos. Y, en muchas ocasiones, se necesitan grandes cantidades para que sean
estables, lo que puede acabar provocando alergias e irritaciones.
¿QUÉ SON LOS SULFATOS Y PARA QUÉ SIRVEN?
Son unos compuestos químicos que se usan principalmente como
agentes limpiadores de la piel y el cabello. La mala fama de estos
tensioactivos (agentes responsables de generar espuma en el producto final) es
que pueden irritar y deshidratar la piel, pero lo cierto es que son los que
mejor retiran la grasa.
Ser prudentes. Si los usais con moderación,
procurando que tengan una concentración baja o que no superen el límite
regulado por la ley y no frotáis en exceso, no tienen por qué ser perjudiciales
en vuestra higiene facial o al lavaros el cabello, según la mayoría de
cosmetólogos y farmacéuticos. Lo consideran así porque normalmente se mezclan
con otros ingredientes que contrarrestan las posibilidades de irritación. Lo
importante es tener claro cómo es vuestro pelo y qué tipo de champú es el mejor
para vosotros.
Estos son algunos de los nombres más frecuentes de sulfatos
que aparecen en los productos cosméticos: Sodium Laureth Sulfate,
Thriethanolamine Lauryl Sulfate o Ammonium Lauryl Sulfate.
Y si vuestra piel o cuero cabelludo son muy sensibles. Lo
mejor es recurrir, en el caso del cabello, por ejemplo, a cremas lavantes. Su
“problema” es que no hacen espuma y a muchas personas les da la sensación de
que no limpian a fondo. En el caso de limpiadoras faciales, también podéis
prescindir de los tensioactivos sintéticos o sulfatos y recurrir a otros
naturales, que no sensibilizan la piel (como Coco Glucoside, Decyl Glucoside,
Lauryl Glucoside o Sodium Lauryl Sulfoacetate), aguas florares o micelares.
¿QUÉ SON LAS SILICONAS Y PARA QUÉ SIRVEN?
Son unos polímeros hechos principalmente de silicio que se
usan en muchas formulaciones de cosmética como agente conductor o “suavizante”.
Es muy habitual en productos para el cabello como champús, acondicionadores y
mascarillas. En el caso de la cosmética de color es muy habitual en las bases
de maquillaje y prebases.
En el cabello sus beneficios son que evitan el
encrespamiento, facilitan el peinado, aportan volumen y brillo e, incluidas en
productos de styling, recubren la fibra capilar para protegerla del calor.
Lo que juega en su contra es que puede apelmazar el cabello
(sobre todo, los grasos) o provocar deshidratación. Esto puede ocurrir si no se
eliminan o limpian correctamente del cabello (acondicionadores, por ejemplo).
Pensar que al crear una capa aislante en la fibra capilar puede no dejar que
penetren los ingredientes de otros productos (keratina, aceites). Además, puede
provocar irritaciones en cueros cabelludos muy sensibles.
En maquillaje, cuando se incluyen en las texturas, facilitan
la aplicación de las mismas, suavizan la textura de la piel, prolongan la
duración de los productos y ayudan ópticamente a disimular los poros y rellenar
las arrugas.
Las desventajas son que su uso prolongado puede provocar
oclusión, que la piel no respire bien y en pieles sensibles aparezcan granitos.
Es muy importante elegir la crema en función de las necesidades de vuestra
piel.
Lo que hay que tener muy claro es que en ningún caso es un
ingrediente reparador, tanto en el cabello como en la cara ayudan solo
temporalmente a mejorar el aspecto visual de ambos. Si no teneis una piel muy
sensible ni problemas de alergias, podeis usar puntualmente productos con
siliconas para facilitar el peinado de vuestros rizos, por ejemplo, o prolongar
la duración de vuestro maquillaje. El caso es limpiar en profundidad
posteriormente para que no queden restos, lo que puede perjudicar al pelo o la
piel.